INTELIGENCIA EMOCIONAL
El uso del concepto Inteligencia Emocional se atribuye a Wayne Payne, en 1986, en su tesis doctoral A Study of Emotion: Developing emotional intelligence; Self integration; relating to fear, pain and desire, pero quien popularizó el término Inteligencia Emocional, quien creó el test para medir el Cociente Emocional (EQ), quien ha creado toda una formación en torno a ella y quien, en 1995, sacó un libro llamado Inteligencia Emocional fue Daniel Goleman.
Con todo esto, llegamos a que el ser humano Siente – Piensa – Actúa, pero… ¿en qué orden?
La emoción viene antes del pensamiento y el pensamiento es lo que nos debería de llevar a la acción. Si seguimos este orden, nuestro cerebro estomacal no nos traicionará demasiado.
Existen 6 emociones básicas: alegría, tristeza, ira, asco, sorpresa y miedo. Se habla mucho de una posible séptima, llamada «kama muta», que es el embeleso, la sensación de conmoverse, el orgullo por algo, la sensación de mariposas en el estómago.
Las emociones son adaptativas; es decir, nos sirven para interactuar con el entorno, entender lo que sucede alrededor y reaccionar ante ello. Para esto, facilita la comunicación y las interacciones sociales, informa al entorno social de lo que puede ser la conducta futura y promueve una conducta pro-social.
Hay cuatro habilidades sociales básicas que conviene desarrollar para poder mejorar la inteligencia emocional. Estas son:
- Comunicación: La escucha debe ser total y activa, se debe prestar atención. Siempre se debe tener en cuenta tanto la comunicación verbal como la no verbal, por lo que hay que estar atentos a gestos y demás expresiones. Comunicar supone procurar entender al otro.
- Empatía: la empatía implica escuchar al otro para comprenderlo. No es ponernos en su lugar, no es sentir que vives lo que el otro, sino entender lo que el otro vive y empatizar con lo que está sintiendo.
- Feedback (o retroalimentación): para poder saber el efecto que tenemos en otros, lo que piensan de nosotros y ver los puntos de mejora que tenemos, el feedback es básico. Necesitamos que nos digan qué tal lo hemos hecho y es necesario que nosotros también demos feedback a los nuestros para que mejoren. El feedback debe ser productivo, dirigido al crecimiento y a la mejora, no a machacar al otro para que se sienta fatal. A base de feedback y de confianza, se van a poder ir inculcando e instaurando nuevos hábitos interpersonales que sean saludables que favorezcan el crecimiento.
- Conciencia organizacional: conocer el objetivo de la organización (visión, misión y valores), comprender cuál es el rol de cada cual, perfiles de los puestos, objetivos personales de los integrantes de los equipos, organigrama empresarial, procesos que deben seguirse, despertar conciencia de equipo, potenciar equipos para fomentar la creatividad, la innovación y la confianza.
Así que, efectivamente, nuestra actitud frente al mundo y frente a lo que sucede, los mensajes que nos contamos a nosotros mismos y nuestras reacciones ante aquello que sucede a nuestro alrededor marcan la diferencia para comprender nuestra inteligencia emocional.
Las relaciones interpersonales que se dan en este vídeo permiten descubrir lo que es sentir la verdadera empatía al procurar ayudar a los demás y cómo, con esta ayuda, se alcanzan los objetivos.